Good Luck!!
Sábado 17 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Domingo 18 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Lunes 19 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Martes 20 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Miércoles 21 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Jueves 22 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Viernes 23 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Sábado 24 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
Sábado 24: 23:01
Respiro y sabe a libertad. Después de una semana de ocho días trabajando sin descanso salgo de Beard Papa sin coger ni los bollos que han sobrado. En el móvil tres mensajes de Ana con un argumento claro: nos vamos al Frog ¿quiénes? ¿cuándo? Pues eso, nos vamos al Frog.
El Frog está a cinco minutos de mi trabajo, no me cuesta nada pasarme. Para allá que voy.
No les veo en la cola (¿a quiénes?). De pequeño me contaron varias veces algo sobre un tal Pedro y un lobo que nunca venía, así que mejor no arriesgarse a pagar la entrada sin saber a ciencia cierta si ésta vez viene el lobo con una Carlsberg bajo el brazo.
Seguro que hay alguien en casa, total, al Frog se entra pagando y normalmente ese no suele ser un plan a gusto de todos. En el peor (o mejor) de los casos, siempre puedo encontrarme solo en casa, cocinar tranquilo, cenar tranquilo y ver tranquilamente la película que me habían dejado hace más de una semana.
Me pongo a ello. Howl' s Moving Castle, también conocida como El Castillo Ambulante. Mola, joder que chula, coño! un fuego que habla...y de repente...
Bip bip bip bip
Mensaje de Ana. Otro Mensaje de Ana. Otro Mensaje de Ana. Ahora que estamos tan agustito, tú ves. Apago el móvil maldiciendo al que inventó lo de los mensajes gratis en fin de semana. Al rato mi móvil se enciende por arte de magia y maldigo el haberle entrado al vendedor con la siguiente frase: "dame el móvil más barato que tengas". Más mensajes de Ana, una perdida, otra perdida que le cojo...atención! Una llamada...
Ana y su amiga Teresa me intentan convencer de que vaya. Qué coño! mañana es mi día libre, tengo pasta y, joder, me apetece, si no, no lo haría. Me la juego.
Salgo del portal y ¡toc, toc! ¿quién es? El N15 que se va en tu puta cara. Ok, no perdamos la calma, el mar está lleno de autobuses. Espero un ratito al N15 disfrutando del buen tiempo de Londres en ésta época del año, y en ésto que le veo llegar. Agito mi mano para llamar su atención y nada, un conductor que se ve que hace tiempo que no folla.
Un ratito bastante más largo pasa otro 15. Éste nuevo conductor parece algo más desahogado. Para. Me subo.
Llegando a Oxford Street se sienta a mi lado el hermano malvado de Michael el de Lost. Tal y como yo sospechaba, lo de "pero si el quince te deja en la puerta del Frog!" es tan cierto como que si te barren los pies no te casas. Matemática pura. Así que inicio mi danza, me incorporo, me reincorporo, me levanto, veo por dónde coño vamos, hago un amago de bajarme. Michael 2 empieza a ponerse nervioso y tras dieciocho "What do you want to do?" me doy cuenta de que aunque tenga el móvil pegado a la oreja y ni siquiera me esté mirando...¡está hablando conmigo! Me bajo sabiendo que mi destino es recorrer Oxford Street entera hasta llegar a Tottenham. Oxford Street, sí, la calle en la que trabajo. Recorrerla empapado en tu día libre suena tan divertido como ir a la secretaría de Somosaguas el uno de enero a las nueve de la mañana.
De todos modos, qué más da. Con el puto tráfico que hay, me sale más a cuenta bajar corriendo. La voz de Teresa irrumpe de nuevo en mi cabeza: "si a estas horas no hay casi tráfico!". Entonces veo clara la diferencia entre Londres y Juarros de Voltoya.
Llego al dichoso Frog. No me dejan entrar. ¿Por qué? Pues porque son las tres de la mañana, el garito cierra a las cuatro (Teresa de nuevo: "pero si está abierto hasta las cinco!") y ya hay dentro mil personas. Intento que los cuatro ucranianos que un buen día decidieron colgar los kalavsnikov para empezar una nueva y honrada vida como gorilas de discoteca me dejen entrar aunque sea sólo para decirle a la gente que no me dejan entrar.
No way, my friend. Y eso que soy el único de Londres que no va borracho.
Dos opciones. Me quedo más de una hora esperando a que salgan éstos para que nadie pueda decirme que soy lo peor o mandarme un mensaje gratis diciendo "Fatal", o me vuelvo a casita, escribo un post y veo si Sophie consigue deshacer el hechizo.
A los hechos me remito.
No estoy cabreado con nadie, nadie tiene la culpa. Quizá todo se habría arreglado con dos libras en el saldo del móvil, o quizás ni siquiera. Como mucho estoy cabreado conmigo mismo por no saber decir que no, y tampoco. Mañana tengo el día libre, es todo lo que necesito para ser féliz.
Lo bueno de todo ésto es que con el dinero que me he ahorrado puedo comprarme algo chulo en Candem, qué se yo, una camiseta de los Transformers o unas esposas forradas de piel de leopardo, y también que me puedo acostar sabiendo tres cosillas más:
Cosilla número uno: nunca se deben dejar las películas a la mitad.
Cosilla número dos: los teléfonos móviles deberían tener botón de "no admitir".
Cosilla número tres: la próxima vez que alguien me quiera convencer de algo, que por favor tenga el detalle de emborracharme primero.
(www.beyondtheconcussion.blogspot.com)
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Lunes 19 de Febrero: trabajo de 15:00 a 23:00
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Respiro y sabe a libertad. Después de una semana de ocho días trabajando sin descanso salgo de Beard Papa sin coger ni los bollos que han sobrado. En el móvil tres mensajes de Ana con un argumento claro: nos vamos al Frog ¿quiénes? ¿cuándo? Pues eso, nos vamos al Frog.
El Frog está a cinco minutos de mi trabajo, no me cuesta nada pasarme. Para allá que voy.
No les veo en la cola (¿a quiénes?). De pequeño me contaron varias veces algo sobre un tal Pedro y un lobo que nunca venía, así que mejor no arriesgarse a pagar la entrada sin saber a ciencia cierta si ésta vez viene el lobo con una Carlsberg bajo el brazo.
Seguro que hay alguien en casa, total, al Frog se entra pagando y normalmente ese no suele ser un plan a gusto de todos. En el peor (o mejor) de los casos, siempre puedo encontrarme solo en casa, cocinar tranquilo, cenar tranquilo y ver tranquilamente la película que me habían dejado hace más de una semana.
Me pongo a ello. Howl' s Moving Castle, también conocida como El Castillo Ambulante. Mola, joder que chula, coño! un fuego que habla...y de repente...
Bip bip bip bip
Mensaje de Ana. Otro Mensaje de Ana. Otro Mensaje de Ana. Ahora que estamos tan agustito, tú ves. Apago el móvil maldiciendo al que inventó lo de los mensajes gratis en fin de semana. Al rato mi móvil se enciende por arte de magia y maldigo el haberle entrado al vendedor con la siguiente frase: "dame el móvil más barato que tengas". Más mensajes de Ana, una perdida, otra perdida que le cojo...atención! Una llamada...
Ana y su amiga Teresa me intentan convencer de que vaya. Qué coño! mañana es mi día libre, tengo pasta y, joder, me apetece, si no, no lo haría. Me la juego.
Salgo del portal y ¡toc, toc! ¿quién es? El N15 que se va en tu puta cara. Ok, no perdamos la calma, el mar está lleno de autobuses. Espero un ratito al N15 disfrutando del buen tiempo de Londres en ésta época del año, y en ésto que le veo llegar. Agito mi mano para llamar su atención y nada, un conductor que se ve que hace tiempo que no folla.
Un ratito bastante más largo pasa otro 15. Éste nuevo conductor parece algo más desahogado. Para. Me subo.
Llegando a Oxford Street se sienta a mi lado el hermano malvado de Michael el de Lost. Tal y como yo sospechaba, lo de "pero si el quince te deja en la puerta del Frog!" es tan cierto como que si te barren los pies no te casas. Matemática pura. Así que inicio mi danza, me incorporo, me reincorporo, me levanto, veo por dónde coño vamos, hago un amago de bajarme. Michael 2 empieza a ponerse nervioso y tras dieciocho "What do you want to do?" me doy cuenta de que aunque tenga el móvil pegado a la oreja y ni siquiera me esté mirando...¡está hablando conmigo! Me bajo sabiendo que mi destino es recorrer Oxford Street entera hasta llegar a Tottenham. Oxford Street, sí, la calle en la que trabajo. Recorrerla empapado en tu día libre suena tan divertido como ir a la secretaría de Somosaguas el uno de enero a las nueve de la mañana.
De todos modos, qué más da. Con el puto tráfico que hay, me sale más a cuenta bajar corriendo. La voz de Teresa irrumpe de nuevo en mi cabeza: "si a estas horas no hay casi tráfico!". Entonces veo clara la diferencia entre Londres y Juarros de Voltoya.
Llego al dichoso Frog. No me dejan entrar. ¿Por qué? Pues porque son las tres de la mañana, el garito cierra a las cuatro (Teresa de nuevo: "pero si está abierto hasta las cinco!") y ya hay dentro mil personas. Intento que los cuatro ucranianos que un buen día decidieron colgar los kalavsnikov para empezar una nueva y honrada vida como gorilas de discoteca me dejen entrar aunque sea sólo para decirle a la gente que no me dejan entrar.
No way, my friend. Y eso que soy el único de Londres que no va borracho.
Dos opciones. Me quedo más de una hora esperando a que salgan éstos para que nadie pueda decirme que soy lo peor o mandarme un mensaje gratis diciendo "Fatal", o me vuelvo a casita, escribo un post y veo si Sophie consigue deshacer el hechizo.
A los hechos me remito.
No estoy cabreado con nadie, nadie tiene la culpa. Quizá todo se habría arreglado con dos libras en el saldo del móvil, o quizás ni siquiera. Como mucho estoy cabreado conmigo mismo por no saber decir que no, y tampoco. Mañana tengo el día libre, es todo lo que necesito para ser féliz.
Lo bueno de todo ésto es que con el dinero que me he ahorrado puedo comprarme algo chulo en Candem, qué se yo, una camiseta de los Transformers o unas esposas forradas de piel de leopardo, y también que me puedo acostar sabiendo tres cosillas más:
Cosilla número uno: nunca se deben dejar las películas a la mitad.
Cosilla número dos: los teléfonos móviles deberían tener botón de "no admitir".
Cosilla número tres: la próxima vez que alguien me quiera convencer de algo, que por favor tenga el detalle de emborracharme primero.
(www.beyondtheconcussion.blogspot.com)